Visitas nacionalborraxistas

miércoles, 24 de marzo de 2010

Capitulo VII " Consigo empleo"

Aquel hombre era un camarada llamado Francis.
Me contó que otro compañero que estaba en la carcel le habia informado de mi fuga. Francis dijo que lo había hecho genial y que me iba a conseguir un trabajo en aquel instituto. En él trabajaban ya algunos camaradas: Oso Ondo, Mati y él. De repente me acordé de la cámara y le dije que me dejara por los alrrededores de la tienda Freak. Cuando llegué a la calle me despedí con el saludo nacionalborrachista y me quedé un rato recordando donde se encontraban los contenedores exactamente, fui al chino y me tome dos litros para refrescar mi mente fría. Me venian imagenes de mi infancia mientras recordaba el lugar de los contenedores hasta que me acorde que habia puesto los números cifrados 84 (Heil DyC). Esos contenedores más alante se pasaron a llamar los "Contenedores 84".
Salí corriendo hacia el lugar, me agaché y... allí se encontraba justo como la dejé, con el chicle todavia pegado seco y fresco en la parte trasera. La cogí, estaba eufórica, me la coloqué y salí corriendo gritando y tirando todos los carteles de helados de tiendas de chinos que me encontraba por el camino. Llamé a Mati y quedé con ella en El Bar de Lou. Nos tomamos cinco chupitos de shake, le comenté lo del empleo que Francis me había conseguido, ella se puso muy contenta porque ibamos a ser camaradas también en el trabajo y podriamos echarnos unos cigarros entre clase y clase o tomarnos unas cañas en el bar de al lado.

Tras esto y debido a mi pierna malherida, fuimos a ver al Doctor Kuzco a su consulta privada.
Kuzco era un doctor joven, moreno y casi calvo por la edad. Le llamaban a la consulta El Doctor Kuzco y sus locuras porque era un poco filósofo.
Llegué sobre las 18:15h cojeando y chorreando litros de sangre (aquello parecía el Manzanares pero de color rojo). Estaba más pálida que la pared azul del pasillo.
Despues de ingresar en la consulta, Kuzco optó por amputarme la pierna solo por una simple herida de cuchillo de plástico pero yo le dije que en esos casos era mejor coser. Cojió el hilo de crin de caballo, me dió un regaliz para que lo mordiera y me cosió la herida. Mati me guiñaba el ojo, lo que supuse que era para animarme, por lo tanto la sonreí pero el dolor era constante ya que el subnormal no me había puesto la anestesia previa.
Ya fuera de la consulta con la pierna cosida y con una piruleta que me había dado, hablamos del día que nos esperaba mañana Lunes, mi primer día de instituto.

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